lunes, 8 de junio de 2009

LA ELITE DEDOCRÁTICA

LA ELITE DEDOCRÁTICA

“Que se vayan todos” fue la proclama del cacerolazo argentino en el 2001.
Las asambleas populares que germinaron soberanamente por los barrios, fueron rápidamente “aparateadas” por los partidos políticos principalmente de izquierda. El vecino común quedó avergonzado y sin participación, empujado con la panza más que con las ideas.
Se aplastó así una de las manifestaciones más extraordinarias de nuestra historia contemporánea.
La corporación partidaria tradicional (centro y derecha) capitalizó la movida, aprovechando su capacidad de articulación y estructura para poner en retirada a la izquierda atomizada y copó una vez más la parada. Se quedaron todos.
Hoy, la democracia formal tolera elecciones de valor relativo, ya que ningún partido goza de democracia interna; se han quebrantado las instancias democráticas intermedias. No existen desde hace años las elecciones internas y a la poca militancia que queda, se la traiciona con el paracaidismo mediático.
La “elite dedocrática” nos dice entre quienes debemos elegir, como ungida por algún designio divino.
En tanto, aquellos a los que debemos elegir… hoy están en el aquí ideológico y mañana en el allá oportunista, como si nada fuera y con la misma cara (o descaro).
Los opositores lo son, hasta conseguir un cargo y los oficialistas claudican con cualquier zanahoria electoral, desvergonzadamente en un carnaval en el que el pueblo asiste sin derecho a festejo.
Pero lo más preocupante es la abulia del común de la gente, que no participa ni de la comisión de fiestas de la escuela de los chicos.
Los argentinos nos preocupamos, pero no nos ocupamos.
Los deberes cívicos los perdimos en la última lobotomía militar y en los electrochoques “democráticos”.
Motivos tenemos, pero estamos lejos de estar disculpados. Creemos que no debemos participar o que no vale la pena. Pero tenemos la obligación.
La opinión pública está narcotizada con el programa del caño y de los sueños que se bailan (y con los que hablan de él) para que no nos demos cuenta que en verdad, es una pesadilla.
No existe “delivery” para nuestro futuro. Tomamos el toro por las astas o el toro nos toma por el lado que más le guste.
Es fácil, hace falta mucho trabajo y constancia, pero es fácil. No son idóneos, nuestra presencia ostensible basta para disputarles el espacio. Sin nuestra recuperación cívica no tenemos futuro.
Hoy, el problema no es el gobierno, es la falta de una oposición seria y un oficialismo comprometido y no lascivo ni oportunista.
Argentina como cualquier otro país, no solo es ingobernable con la abulia cívica que padecemos, tampoco es posible la convivencia, porque no somos capaces de generar código y cuando este falta, se lo reemplaza por atropello.
¿Cómo se hace? Vaya y métase en el comité, en la unidad básica o en el local del partido nuevo, en lo que usted crea pero participe, no importa mucho en cual, si se equivoca cambie, pero no cambie mucho, ocupe un lugar, discuta y no tenga miedo. Salude a su vecino, converse, júntese, que la crisis no lo agarre solo.
Si usted continúa pensando que la política es una mierda, tiene razón, pero quédese un par de semanas sin ir al baño… la política es igual (como con la mierda) hay que saber qué hacer con ella, pero hay que hacer, si no, la vamos a pasar muy mal.

Enrique Juan Box.
DNI 10.603.903